il est tro desert se forum ! !!!!!!!
c´est clair
- A mi, nada. Note te preocupes. Es muy largo de contar. Escucha: la empresa MICASA ¿te dice algo?
- MICASAl ¡Sí, hombre!51 Es una empresa relativamente nueva que se ha
constituido con capital extranjero. Hemos recurrido varías veces una sentencia
que los autorizaba a construir en Gredos, creo.
-¿Te acuerdas de la persona que recurría?
_ Una asociación... Panam... Napalm... Espera aquí lo tengo: APNAM.
La persona que la representa es Enrique Iñigo Sánchez. .
¡Fantástico!
¿Cómo?"
-Digo que es fantástico.
-Tengo algo más: Enrique Iñigo ha puesto varías denuncias desde el 10 del mes pasado.
Dice que lo quieren matar. Una historia de chantaje.
Tiene tanto miedo que ha vuelto a casa de sus padres.
—¿En Monterrubio de Arriba?
Pues sí... ¿Cómo sabes tú eso?
-No importa. ¿Sabes algo más? ¿Quién lo chantajeaba?
-Él cree que se trata de la empresa MICASA, pero no lo puede demostrar.
—Podía.
—No te entiendo.
-Digo que no lo podía demostrar. Está muerto.
-¿Muerto?
-Luis, ¿lees el periódico a veces?
—Bueno, vamos a ver: Monterrubio de Arriba, Monterrubio de Abajo,
un muerto, dinero... ¿Seguro que no te recuerda nada?
—¡ Ahí va!, ¡Julia, eres genial! Pero, ¿cómo estás tú metida en este lío?
—Ya te contaré. De momento, ¿podrías venir hasta aquí con todo el informe?
—Espera..., vale. Dentro de veinte minutos estoy allí. Hasta ahora, agente Scully. :¿?
—Oye, ¡muchas gracias por la comparación!
—De nada, eres igual de guaca.... o más.Hasta ahora un beso.
—Julia ha explicado al capitán lo que le ha contado Luis y los dos esperan su llegada.
Jimenez mira a Julia con interés.
-¡ Qué suerte tiene ese Luis! -piensa-. Inteligente, independiente y> ademas guapa. J'
Cuando Luis llega, Julia y el capitán están hablando como dos viejos amigos. J .
—Buenas tardes, señor. Hola, cariño, ¿qué es lo que pasa? Después de ponerlo al corriente de todo,
Julia y el capitán le piden a Luis sus notas y el informe sobre MICASA, S.A.,
pero Manolo interrumpe.
—¡Jefe!
—Pasa, Manolo.
—Acaban de traer la bolsa con lo que han encontrado junto al cadáver.
—¿Qué es eso? —grita Julia, al ver algo entre unos papeles quemados.
—Una llave, parece —dice Luis.
—La llave de un armario, o un cajón, quizás —imagina Julia.
—Creo que tiene algo grabado, un número: 679. ¡Ya lo tengo!
- exclama el capitán—. ¡Una consigna*! ¡Es una consigna! ¡Todo el mundo a Atocha, vamos!
11
La estación de Atocha está, como siempre, llena de gente. Unos se van de vacaciones,
otros llegan de alguna provincia del Sur, familias enteras con niños o caras serias de los que
utilizan el tren para ir a trabajar.todos los días a Madrid.
A Julia le gustan las estaciones. Recuerda siempre la de París-Austerlitz,
la más internacional para ella, durante sus viajes con la mochila a cuestas,
en su época de estudiante: inmigrantes con sus maletas atadas con cuerda,
familias con los esquíes y bolsos de deportes, trabajadores africanos,
ejecutivos con cartera, estudiantes del mundo entero como ella,
grupos de japoneses haciendo turismo.
Le vuelven a la memoria todos los olores del pasado y cierta melancolía
con el recuerdo de su amiga Elena, compañera de tantos viajes y aventuras,
que se fue a trabajar a Bolivia cuando acabó la carrer*.
—¡Cuántos años han pasado! —piensa con ternura
—. Parece que fue ayer cuando estábamos las dos juntas en el colegio,
después, en la universidad y ahora, cada una en un extremo del mundo.
¡Menos mal que las dos tenemos e-mail! Hay que ver, cómo ha cambiado nuestras vidas el correo electrónico...
Todo eso lo piensa Julia mientras bajan por las escalerás de la estación de Atocha.
El calor es sofocante y la humedad, extrema:
Esto parece la Amazonia -bromea* Luis—.
La verdad eyjue la nueva estación es preciosa, pero tantas plantas tropicales
en un ambiente £¡ cerrado me provocan* alergia57. No se puede respirar.
—No te puedes quejar*, Luis —le contesta Julia en tono seco - Imagínate cómo vive la gente en La Paz.
Luis no entiende cuál es la relación entre las plantas tropicales y la capital de Bolivia,
ni por qué Julia le habla de repente en ese tono y la mira con sorpresa..
—Lo siento, Luis, estoy un poco nerviosa —dice Julia con media sonrisa.
El recuerdo de Elena la ha puesto algo triste y se dice una vez más,
pero I esta vez en serio, que este año viaja a Bolivia.
—Vamos pareja - los llama el capitán, mientras suena su móvil.
—Sí,... Manolo, dime. Perfecto! Hasta luego.
El capitán los informa de que tienen autorización judicial para entrar en las oficinas de MICASA, S.A.
El jefe de estación lleva al capitán Jiménez a la casilla* 679. Julia no respira. Luis contiene* su curiosidad. La llave gira en la cerradura y se abre
la puerta.
En la casilla, un sobre. En el sobre, documentos. El capitán mira los
papeles uno por uno. Una carta llama su atención:
-Ya le hemos avisado: si no cambia de actitud y nos Impide* construir,
tendremos que suprimirlo*. Nuestra última oferte es le siguiente:
550 millonee en billetes y un pasaje pera Puerto Rico, Ida solo, claro» .
si acepte este oferta, lo esperamos en Monterrubio de Abajo en la cese del bosque,
el día 13 a medianoche.
Si hace tonterías o habla con alguien este asunto, es hombre muerto.
La carta está escrita a mano pero no está firmada. El capitán se queda pensativo.
Pone la carta a un lado y sigue mirando papeles. De repente cae un sobre al suelo.
«Abrir si me pasa algo».
Julia recoge* el sobre del suelo, lo abre y lee en voz alta:
- yo, Enrique íñigo Sánchez, en plena posesión de mis facultades mentales,
acuso a la empresa MICASA, S.A. de haberme asesinado por negarme a aceptar el chantaje
con el que me amenazan. El responsable se llama Rafael Mazariegos, gerente
y principal inversor.
-He aceptado una cita en Monterrubio de Abajo para enfrentarme con él y decirle
una vez más que no aceptaré nunca su dinero y que no retiro la denuncia.
Si encuentran esta carta, es que habrá cumplido su amenaza, pero, por lo menos esta vez,
no triunfará* la corrupción.
Jiménez sonríe con satisfacción. Ya está, piensa con orgullo, un asunto terminado y resuelto. ,.
—Bueno, pues, todo el mundo a casa. Este asunto está resuelto — dice, mirando a Julia y a Luis —
Señorita, señor, ¡muchas gracias por su ayuda. Ahora ya sólo me falta detener
a los dueños de MICASA.
- Eso no va a ser tan sencillo, señor —interviene Luis—. Por las informaciones que tengo,
esta sociedad ya no existe. Los dos socios se han separado hace más de dos años y la
empresa ha dejado de funcionar.
—Mmmmmmm, ya veremos. De momento, hay que abrir una investigación; lo más difícil será reunir
pruebas.
- Bueno, capitan, yo me marcho a mi casa. ¿ Viennes, Luis ? - dice Julia, algo brusca.
—Voy, cariño -contesta Luis, pensando que hay días en que jui maltrata a todo el mundo sin razón aparente.
•Adiós,capitan Jimenez.
•Adiós, pareja. Y, otra vez, muchas gracias por su avuda.
12
Julia se dirige hacia el coche de Luis y una vez sentada, le dice en voz baja:
—Luis, vamonos, deprisa, coge la carretera* de Monterrubio.
-¿¿¿¿¿Cómo?????
—Que sí, Luis, jCoge la carretera de Monterrubio!
—Pero, ¡Julia! ¿Qué quieres hacer ahora en Monterrubio?
—No lo sé..., un presentimiento*. ¿No te parece todo muy fácil?
—Pues, sí..., no... ¡No sé! Te han dado pistas, el capitán ha encontrado la carta,
el móvil está claro, ¿qué más quieres?
- ¿ Si me han puesto sobre una Puesta sobre una pista falsa?
¿Y si, en realidad, he ¿^reaccionado exactamente como lo habían previsto?
¿Y si no es lo que parece? ■;'-•'
—Julia, ves muchas películas.
—Hazme caso, Luis, vamos hasta Monterrubio. Solo es una hora de viaje y todavía es de día. '•v'^SSEP'®'**
—Como quieras.
La carretera hasta Monterrubio es buena:
sólo unos kilómetros antes de llegar, las curvas son más peligrosas.
A Julia le gusta conducir más que a Luis. Al llegar a Calvarrasa, le propone conducir ella.
—Julia, ¿sabes lo que estás haciendo? —pregunta Luis de mal humor.
—¿Qué te pasa, Luis? ¿Ya no te interesa el caso? Eres igual que todos:
te dan una solución y no buscas más allá. ¿No te das cuenta de que algo no va en esta historia?
Vamos a ver, si provocas un incendio en un monte cercano a un pueblo para hacer desaparecer a un hombre, ¿qué puede pasar?
—Pues no sé, Julia, ¿adonde quieres llegar?
—Es muy sencillo. Yo me enfado contigo y te amenazo.
Tú tienes miedo y escribes una carta que metes en la casilla de una consigna.
Hasta aquí, bien. Pero yo cumplo* mi amenaza y decido hacerte desaparecer en un incendio.
Me preocupo de quitarte el DNI para enviarlo a la radio, pero te dejo una llave en el bolsillo...,
¿no te parece absurdo?
—Sigue.
—Vale» ¿y si el cadáver encontrado no es el de Enrique íñigo?
Puede ser realmente el de un pobre vagabundo, y nos quieren hacer creer que se trata de íñigo.
esperanto?
no sé
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